Reseña | Tate no Yuusha no Nariagari – Capítulo 19

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lightbulb_outline Esta reseña sobre Tate no Yuusha no Nariagari contiene spoilers. Si no has visto el capítulo, te recomendamos hacerlo y después regresar a leer la reseña.

Capítulo 19: “Los cuatro héroes sagrados”

El líder de la Iglesia de los Tres Héroes se muestra confiado y desvela su enorme fuente de poder: una réplica legendaria de las armas de los héroes. Esta se alimenta de la magia espiritual de sus seguidores, por lo que empieza a lanzar ataques poderosos contra Naofumi y el resto.

De repente, aparecen Itsuki y Ren. Ante el asombro que causan, cuentan cómo escaparon gracias a las fuerzas de seguridad de la reina, “Sombra”, y que esta y sus tropas se dirigen al lugar para apoyar a los héroes. Se produce entonces una tregua en la lucha, y mientras el pontífice y sus seguidores preparan un nuevo ataque, Naofumi se sincera y se desahoga con los otros tres héroes. Este, se muestra reticente a colaborar con ellos en la lucha, pero acepta por la promesa a Fitoria.

Finalmente, el líder de la Iglesia libera un poderoso hechizo que atrapa a los héroes en el aparente interior de una catedral. El enemigo se muestra decidido a “purificar” a los héroes con su destrucción y estos acaban de ponerse de acuerdo.

Análisis: la resolución del pontífice y la vacilación de los héroes

En este nuevo capítulo de Tate no Yuusha no Nariagari asistimos al desarrollo de la batalla contra el líder de la Iglesia de los Tres Héroes. En su momento más intenso, además, Itsuki y Ren nos revelan que no están muertos. Siendo estos dos elementos los que marcan la estructura narrativa del episodio, encontramos no pocos sucesos y aspectos interesantes que comentar. No obstante, seleccionaremos a continuación algunos de los más relevantes. 

El formato narrativo es bastante circular. El capítulo abre y cierra con las risas histriónicas y estereotipadas del pontífice, convencido de que va a derrotar a los héroes, y a punto de lanzar un ataque muy poderoso. A este respecto, me llama verdaderamente la atención la calma absoluta que mantiene el personaje durante todo el episodio. A la hora de reflexionar sobre ello, me enredo en ideas contradictorias.

Por un lado, sigo percibiendo el cliché y su exageración al límite; de hecho, me resulta cómica la actitud inalterable del papa. ¡Está feliz!, disfrutando, y se permite el lujo de regodearse constantemente frente a los héroes. Por otro, la confrontación de las ideas del líder de la Iglesia con las de los héroes me ha resultado muy interesante. La convicción del pontífice y sus seguidores es absoluta y tiene una base lógica por culpa de las irresponsabilidades de Motoyasu, Itsuki y Ren. Entre tanto, los héroes no terminan de sobreponerse a los profundos conflictos que existen entre ellos. Tanto es así que, mientras el enemigo prepara un ataque que le va a llevar un tiempo considerable, en lugar de aprovechar la tregua para contraatacar, ¡se ponen a discutir! Como enseguida menciono, no es una discusión inútil, pero es cierto que en una batalla es un fallo estratégico.

Más allá de este aspecto, no es un enfrentamiento que esté disfrutando como aficionada al Shounen. En mi opinión, le han dedicado demasiados capítulos a una lucha que debería estar más concentrada, más resumida. Las “calamidades” ya nos han presentado a una enemiga más compleja y misteriosa, las conspiraciones de Mein siguen clamando justicia, los héroes tienen que iniciar un nuevo diálogo, y la reina va a desempeñar un papel activo, más allá de las sombras. En definitiva, las consecuencias de este enfrentamiento son mucho más importantes que este en sí mismo. Prolongarlo es innecesario y aburrido.

La voz del héroe del escudo

La sensación de fondo, en mitad de la lucha, mientras conversan, es la de un contexto algo inapropiado. Sin embargo, la importancia del discurso de Naofumi es esencial. Además, es un momento de justicia que no pocos espectadores estarían esperando con ansias.

Probablemente, y con diferencia, esta sea la parte del capítulo que más me ha entretenido. Me ha devuelto a la magia del carácter del héroe del escudo – tras unos capítulos un poco flojos-. El héroe, en su pleno significado y papel, alecciona a Motoyasu, Itsuki y Ren, uno a uno y sin dejarse absolutamente nada en el tintero. 

Por primera vez, Naofumi habla detenidamente con los otros héroes – incluso podríamos decir que les riñe-, expone todos los motivos por los que no puede confiar en ellos ni perdonarlos. Y es imposible replicarle, porque sus argumentos son impecables.

El héroe del escudo, el que encarna los verdaderos valores de un héroe, demuestra su sentido común, su realismo y madurez. Esta madurez es, precisamente, una de las mejores características de un héroe que es un hombre del mundo, que observa su realidad con detenimiento antes de actuar. En su voz, han saltado también los tintes paternalistas con los que se dirige a sus compañeras. Esto último es muy relevante, ya que si Naofumi regaña a los otros héroes quiere decir que ha superado sus rencores y los percibe como seres infantiles. En consecuencia, si son seres infantiles por los que no siente rencor, la distancia de poder entre el héroe del escudo y los otros héroes vuelve a aumentar.

Ha sido, en definitiva, una ola de oxígeno cuyas consecuencias se verán enseguida. Naofumi ha vuelto a demostrar que está muy por encima de Motoyasu, Itsuki y Ren en todos los aspectos.

A modo de conclusión

Tate no Yuusha no Nariagari ha vuelto a rescatar el espíritu y la esencia del héroe del escudo. Aunque la dinámica del enfrentamiento con el líder de la Iglesia se hace lenta, y el personaje abre y cierra el capítulo con una risa malvada tan estereotipada que raya el absurdo, su extraordinaria calma y convicción le otorgan algunos puntos interesantes.

Esperamos, tras la brillante retórica de Naofumi, que los héroes den un cambio drástico en su relación y que, como terapia de choque, reaccionen y evolucionen positivamente.

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Fuente: Somos Kudasai

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