Cuando uno toma su asiento en el cine dispuesto a ver Aquaman, conviene hacer un ejercicio de olvido deliberado. Porque, pese a que la cinta de James Wan se enmarca dentro de un universo más grande, lo cierto es que el contexto no podría importar menos. A nosotros como espectadores, pero a Wan en particular. Es así como consigue que la cinta funcione y, sin ser una maravilla, sí cumpla con las expectativas. Por ello, vamos a separar las virtudes de Aquaman -que no son pocas- de sus defectos -que tampoco son pocos- usando, cómo no, referencias acuáticas.
El vaso medio lleno
Lo cierto es que el universo de DC en los cines vive en una inestabilidad eterna. Con películas fuera de continuidad, como la del Joker, y otras que vienen rumoreando cambios profundos, como The Batman, uno no sabe qué demonios esperar de Warner Bros. Cuesta vislumbrar un plan maestro tras el telón, y muy posiblemente sea porque no hay plan alguno. Quizás por ello James Wan dio un paso al frente y, emulando a cierto payaso, dijo: “¿Realmente te parezco un hombre con un plan?”.
Aquaman no es pretenciosa. Más bien al contrario. Pero precisamente en su simpleza consigue encontrar su identidad. Poco importan aquí conexiones con otros héroes, o sentar las bases sobre algo mayor. No, aquí la prioridad era establecer el mundo de Arthur y que éste fuera lo suficientemente sugerente como para que la propia mitología del personaje hablase por sí sola. Y aquí, sin medias tintas, hay que quitarse el sombrero: Atlantis mola. Los siete reinos son geniales y el elenco de secundarios, con mayor o menor acierto, hacen que por fin DC tenga a su propio Thor en el cine.
Se nota y mucho dónde más se han destinado los recursos del estudio. Desde aquí mi más sincera enhorabuena a los artistas y diseñadores que han conseguido imprimir una identidad propia a cada uno de los siete reinos. En ese sentido, una aproximación natural sería la Wakanda de Marvel y todos los clanes que la habitan. Arthur, como en el camino del héroe más clásico, recorre estos siete reinos para perseguir su destino, desafiando por el camino a la familia, a viejos enemigos y a los más terribles monstruos en una epopeya digna de Ulises.
Y por supuesto, en una cinta así James Wan sabía que la acción es clave. El maestro del terror se sube las mangas hasta los codos para ofrecernos unas secuencias de acción magistrales. Sí, en plural. No hay una sola escena con cierta violencia que no sea una absoluta maravilla. Para la posteridad quedará la batalla contra Manta Negra (Black Manta) en un pueblo costero de Sicilia. Una joya.
El vaso medio vacío
Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. Forzosamente, la elección de Wan -centrarse en el apartado visual- implica que otros aspectos de la cinta queden tan descuidados que en más de una ocasión la cinta cae tan bajo que solo la acción más bien rodada consigue salvarla.
El primer punto es su extrema superficialidad. Por supuesto, no siempre podemos encontrarnos una película del género que cuente con una trama brillante, con diálogos chispeantes y con dobles lecturas que nos dejen días pensando. Pero es que Aquaman está tan a las antípodas de esto que en ocasiones parece que el libreto se haya escrito sin ganas. Es una historia cien veces contada la que veremos aquí, sí. Es Black Panther, es El Rey León, es Thor. Pero confía toda su razón de ser en el apartado artístico, dejando en nada a los personajes salvo, quizá, Mera.
Además, Wan abusa de un recurso concreto que termina por jugarle en contra; el de interrumpir una conversación con una explosión. Un golpe de efecto tan conciso es usado hasta cuatro veces en sus pocas más de dos horas, haciendo que ya en el tercero el impacto en el espectador sea nulo. Si a eso le sumamos un humor simplón y poco inspirado, y una trama tan previsible que sólo viendo los trailers uno puede imaginar exactamente cómo es la película, el resultado global es ciertamente desigual.
Aún así, Aquaman no hace aguas
Pese a ello, la jugada le ha salido bien a James Wan. Desentenderse de sus compañeros de la Liga de la Justicia y explotar todo cuanto Atlantis tiene por ofrecer hace que consiga mantenerse a flote. Metafóricamente, claro. Lo bueno de esta elección, que puede resultar algo polémica, es que ahora que las bases de Aquaman se han asentado debidamente, puede explorarse una trama mucho más satisfactoria de cara a una hipotética segunda parte. El tándem Jason Momoa / Amber Heard no pasará a la historia del cine, pero tiene lo suficiente como para añadirle muchos más matices.
De momento, nos conformamos con el viaje artúrico -y nunca mejor dicho- de Arthur que le lleva a los rincones más oscuros de los siete mares. Así que, si me lo permitís, un humilde consejo: disfrutad la película como lo que es, un espectáculo visual sin más pretensiones. Más claro que el agua.
La entrada [Reseña] Aquaman se publicó originalmente en Todas las noticias de DC Comics | Espacio DC.