Reseña | Tate no Yuusha No Nariagari – Capítulo 18

Capítulo 18: “Una conspiración conectada” Fitoria transporta a Naofumi y a sus compañeras a un paso fronterizo en el que siente la presencia de los otros héroes. Antes de irse, insiste al héroe del escudo en que cumpla su promesa. Estas palabras influyen en las acciones de Naofumi, que decide cruzar legalmente la frontera, con … Saber más

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lightbulb_outline Esta reseña sobre Tate no Yuusha no Nariagari contiene spoilers. Si no has visto el capítulo, te recomendamos hacerlo y después regresar a leer la reseña.

Capítulo 18: “Una conspiración conectada”

Fitoria transporta a Naofumi y a sus compañeras a un paso fronterizo en el que siente la presencia de los otros héroes. Antes de irse, insiste al héroe del escudo en que cumpla su promesa. Estas palabras influyen en las acciones de Naofumi, que decide cruzar legalmente la frontera, con el fin de contactar con alguno de los otros héroes y establecer un diálogo. Sin embargo, aparece únicamente Motoyasu con la firme intención de matar al “demonio del escudo”. El héroe de la lanza está convencido de que Naofumi ha asesinado a Itsuki y a Ren, y aunque este trata de razonar con él, resulta inútil y se desata una intensa batalla entre ambos héroes y sus respectivos compañeros.

De repente, Filo avisa de un grave peligro inminente. El héroe sigue su petición de colocar varios escudos poderosos sobre ellos, y gracias a esto, evitan morir fulminados por un enorme rayo que viene del cielo. En ese momento, aparece el líder de la Iglesia de los Tres Héroes y descubre sus planes: purgar a los héroes y a los miembros de la realeza de Melromarc. Mein queda en shock por la traición de sus aliados, mientras el Sumo Pontífice revela a Motoyasu que han sido ellos los que han asesinado a Ren e Itsuki.

Análisis: Un enemigo en común… y estereotipado

Esta semana, en Tate no Yuusha no Nariagari, la Iglesia de los Tres Héroes ha descubierto sus objetivos ante los héroes de la lanza y el escudo. Irónicamente, ha intentado matarlos a ambos mientras protagonizaban la batalla más seria que han tenido hasta el momento. Esto abre la puerta a un entendimiento necesario ante el enemigo común, aquel que ha concentrado toda la fuerza de las conspiraciones que se llevaban fraguando desde el principio, y que ha resultado ser enemigo de todos.

No obstante, la traición a Mein y la claridad argumental que otorga un enemigo concreto no dejan de ser una necesidad de guion, un estereotipo que viene a plantear la solución más fácil al conflicto entre los héroes. Quisiera aclarar, que estereotipo y fallo argumental no van necesariamente de la mano. En realidad, las mismas historias nos pueden contar miles de veces lo mismo y, a la vez, ser totalmente distintas; porque lo que otorga calidad no es solo el qué, sino también el cómo. Pero, en este sentido, si analizamos la actitud del líder de la Iglesia de los Tres Héroes y sus subordinados, volvemos a subrayar en todos los aspectos el puro cliché.

El Sumo Pontífice encarna un personaje del que apenas sabemos nada, con el que no hemos tenido tiempo de familiarizarnos. Sin embargo, se nos presenta en el clímax como el padre de todas las conspiraciones, con una tediosa declaración de intenciones. No aporta, además, absolutamente nada original. Tenemos a un hombre de avanzada edad, enloquecido por el fanatismo y el poder, que se ve a sí mismo como la voz suprema de Dios. Todo el personaje, desde el dibujo, los movimientos y hasta la voz, es el tópico del siglo, el malvado al que se recurre en tantísimos animes e historias varias. No tiene color propio, se nos presenta al borde de un precipicio con su risa histriónica, aplaudiendo mientras las sombras del rostro y la luz de las gafas indican que sí, que es muy malo, pero sin un ápice de personalidad.

Estoy muy disgustada al respecto. Los malos fáciles no tienen gracia, sacan al espectador de la ficción. Toda ficción es una mentira elaborada- no es real-, pero aceptamos su universo interno porque es convincente. Sin la magia de una buena ficción, solo nos queda una mentira desnuda. Ahora bien, Tate no Yuusha tiene otros muchos aspectos que equilibran sus fallos. Seguiremos atentos a los giros argumentales.

A continuación, mencionaremos otros puntos interesantes del capítulo.

La estupidez (infinita) de Motoyasu

Se le atribuye a Albert Einstein la famosa cita de “Solo hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana. Y no estoy tan seguro de la primera.” Es evidente que la estupidez de Motoyasu podría apoyar esa teoría. De hecho, me ha estado bailando la cita en la cabeza durante la mayor parte del episodio.

Ya señalé en una reseña anterior las motivaciones que veo en el personaje, entre ellas, mi creencia de que se autoengaña para vivir su cuento de hadas y alimentar su ego. Lo mantengo, pero su empecinamiento y su relación con Mein lo están encasillando en el personaje maniqueo por excelencia. Es una caricatura, el ridículo en persona.

Lo único que lamento profundamente en el desarrollo del enfrentamiento es que casi todos los intentos de Filo de ir a por él han sido boicoteados. Y por si no fuera peor, cuando tiene la oportunidad, solo lo lanza por los aires. No, Filo, ¡no! ¡Mal! ¡Patada en la entrepierna!

La batalla

La lucha entre el grupo de Naofumi y el héroe de la lanza me ha dejado un poco confusa. Hay escenas auténticamente narradas en las que te cuentan, paso por paso, toda una serie de ataques nuevos y combinaciones. El problema en sí es que el tiempo narrativo reconcentra todo; pretende que comprendamos el modus operandi de ataques que no habíamos visto antes y nos emocionemos con ellos en un espacio temporal limitadísimo. Es una locura conceptual.

Para disfrutar de la dinámica de una buena lucha en todo género Shounen o Isekai que se precie, la adquisición en el entrenamiento y la dedicación a las artes de la batalla son pilares básicos que suelen llevar siempre varios episodios de desarrollo.

Mein

La actitud de Mein en este capítulo de Tate no Yuusha no Nariagari es tan esperable como decepcionante. He echado de menos una sorpresa mayor ante la traición del líder de la Iglesia, un rostro más torcido y expresivo, un grito más furioso… De hecho, aquí ese cliché del personaje con la expresión desencajada y patética hubiera estado bastante bien.

Sobre la banda sonora

Más allá de los openings y endings, Tate no Yuusha no me ha llamado la atención en su banda sonora. Al menos, no lo ha hecho en un sentido positivo. Abusa, en mi opinión, de la banda sonora esperable en un MMORPG. Sí, es un guiño, como otros tantos aspectos, pero no me gusta. Hace poco, sin embargo, di con el tema principal y me gustó bastante. El problema es que, en este episodio, precisamente por ello, estaba más atenta a la banda sonora. La mezcla de la guitarra flamenca y la música electrónica, a la par que Filo lucha con Motoyasu, son terribles en contexto.

Tate no Yuusha sale, para mi gusto, claramente perdiendo en cuanto a la banda sonora. O me pasa totalmente desapercibida, o tiende a no convencerme. En otras series me he sentido atraída desde el primer momento, o incluso un soundtrack me ha hecho ver el anime. Son muchísimos los títulos con buenas bandas sonoras en mi cabeza, así que mencionaré solo algunos desordenados por el capricho de la memoria: One Piece, Boku no Hero, Boku Dake ga Inai Machi, Shiki, Wolf’s Rain, Tenkuu no Escaflowne, Pschyco Pass… La lista continúa hasta el infinito.

A modo de conclusión

Lo verdaderamente interesante del capítulo no es en sí la amenaza del líder de la Iglesia, sino las consecuencias que pueda tener este hecho. Por otro lado, nos quedamos con la duda de si Itsuki y Ren están muertos.

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Fuente: Somos Kudasai

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