Esta reseña sobre Hanyo no Yashahime: Sengoku Otogizoushi contiene spoilers. Si no has visto el capítulo, te recomendamos hacerlo y después regresar a leer la reseña.
Capítulo 5: “Jakotsumaru del Palacio de los Huesos Rojos”
Hanyo no Yashahime lanza su quinta emisión con las primeras aventuras de las tres princesas semidemonios en la época feudal japonesa. De regreso, Moroha va a vender los restos de los yokais vencidos al comerciante con el que tiene una deuda, Jyubei. Este le recomienda vencer definitivamente al demonio que decapitó, Tokotsu, y le pide a su ayudante Takechiyo , que la vigile.
En la aldea, las hermanas buscan sin éxito sobre la mariposa de los sueños, y Setsuna acaba aceptando un trabajo contra un demonio que se alimenta de huesos, Jakotsumaru. El destino une a las tres chicas, pues Jakotsumaru está coleccionando los huesos de la gente para revivir a Tokotsu, su padre, a partir de la cabeza, que no destruyó Moroha. Este, además, es uno de los cuatro sirvientes de Kirinmaru.
Finalmente, las tres jóvenes logran vencer a ambos demonios. Moroha descubre su transformación en el demonio Beniyasha cuando se pinta los labios con una reliquia familiar. Tras un minuto, cae vencida por el agotamiento.
Análisis: un ritmo ideal, a la medida de la historia
Hanyo no Yashahime se mantiene fiel a la línea trazada en los primeros capítulos y, asentada la idea, arrancan las aventuras, enriquece su universo. Desde el principio, la serie ha demostrado que sabe contenerse a sí misma y, en lugar de explicar los misterios, va creando una lenta red de conexiones que mantienen la intriga. A cuentagotas, nos adentra en una historia cuyas preguntas quieren ser respondidas al hilo de los acontecimientos.
De esta trama, tan bien elaborada, vuelve a resurgir esa inquietud de fan que llevo dentro. Ya lo he mencionado, pero he de insistir: una semana más, estamos ante tres adolescentes sin figuras paternas, dueñas de sí mismas. Los que conocemos la saga anterior, esperamos una excusa muy convincente para entender qué puede mover a abandonar a sus hijas personajes que han luchado contra tantas adversidades en el pasado. Y es que, sea cual sea la razón, me entristece y me enfada pensar en Kagome e Inuyasha alejados de su hija Moroha. Maldita sea, ¡¿por qué?! ¿Se masca la tragedia?
Combate, dudas y lazos
Las escenas en las que interactúan Setsuna, Towa y Moroha son especialmente interesantes por cuanto van trazando su relación. A este respecto, me parece resaltable cómo Setsuna siente una simpatía natural por Moroha, mientras se muestra más reacia a su relación con Towa.
En la entrega anterior se trazó superficialmente, pero en este capítulo es una realidad fehaciente. Moroha despierta el interés y la ternura de la joven cazademonios porque es fuerte y segura de sí misma. Admira su capacidad en el combate, y siente curiosidad por una chica con un cuarto de sangre de demonio y poderosos dones de sacerdotisa. Para Setsuna, es más fácil empatizar con ella porque siente que ambas entienden la naturaleza del combate, mucho más allá de las dudas que alberga Towa. Dicho sea esto, las reacciones de Towa no me parecen bien desarrolladas en este episodio; se exageran hasta llevar al personaje a la incoherencia.
Dualidad: Moroha y Beniyasha
Ya en la segunda emisión de Hanyo no Yashahime, Moroha nos anunció a Beniyasha. Esta transformación es interesante y clave para establecer un paralelo en la naturaleza de Inuyasha, su padre, que tuvo que luchar contra los instintos salvajes del medio demonio. Y es que, con las obvias diferencias de guion, las dualidades en un personaje pueden dar mucho juego en una historia.
Otros aspectos del capítulo
Otro acierto de Hanyo no Yashahime es el saber mantener un equilibrio entre las tres protagonistas. Gracias a ello, ninguna toma el testigo absoluto y se centra en ser la protagonista. En lugar de una heroína interesante, tenemos tres heroínas poderosas con muchas sorpresas que contarnos.
Por otro lado, se han dibujado dos ambientes importantes: los aliados y la zona segura, con Kaede y los cazademonios; y en el otro extremo, los antagonistas. Han aparecido demonios que sabemos que van a ser recurrentes, como el búho Yotsume. Ha sido una introducción sencilla y clara, bien narrada.
En cuanto a la zona de confort, es inevitable comparar a Takechiyo con el adorabilísimo y siempre bien recibido Shippo. Entendemos que ocupa su papel en la nueva era, pero su diseño dista del magnífico personaje que fue Shippo.
A modo de conclusión
Este episodio ha ofrecido una agradable y entretenida introducción (o más bien regreso para los fans de Inuyasha) a las aventuras feudales en ese universo inigualable de Rumiko Takahashi, donde el bandido y el yokai merodean en la violencia y la muerte.
Ha trazado además, subrayándolo, que las tres jóvenes no pueden escapar a su destino. De una forma u otra, su primera aventura las ha enredado en la petición del Árbol de las Edades. Es un interesante acierto, por cuanto la serie se estaría desprendiendo de historias paralelas, fiel a su proyecto y al número de capítulos.
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