lightbulb_outline La siguiente reseña Dororo – Capítulo 3 contiene spoiler, si ya viste el capítulo por
favor sigue leyendo, sino puedes verlo en cualquiera de las plataformas. Aviso,
esta serie es algo gráfica, atractiva, curiosa y muy entretenida, te encantará
seguir esta historia y recuperar las extremidades vendidas.
CAPÍTULO
3 “LA HISTORIA DE JUKAI”
La historia de un hombre que le cambio la vida a Hyakkimaru, la guerra cambia a las personas y estas cambian la historia. La redención no es selectiva, es una opción abierta para tod@s. La recuperación de Hyakkimaru tuvo etapas y pasos, la fortaleza se alimentó al igual que la dirección de su misión. Algunos pueden perdonar, pero nunca se podrán reconciliar. La crianza de dos hermanos separados es la visualización de dos mundos distintos. El futuro es incierto y lleno de expectativas para conseguir lo que deseamos y tal vez nos ha sido arrebatado.
OPINIÓN
CAPÍTULO 3
Iniciamos este capítulo con la crudeza del pasado en la tierra, done cada territorio en esa lejana época, vivía en devastadoras guerras por territorio, poder y conquistas. Donde la tierra dejaba de ser verde para llenarse de un tiente rojizo, que combinaba con el puesta del sol, como si indicara que aquellos atroces hechos, ya cumplían su ciclo por el día de hoy. Pero nada era silencioso, pues el chocar de los fierros, los llantos, lamentos y caídas en seco al trágico suelo, eran la sinfonía que indicaba, que una guerra se vivía y vidas se pedían. La crucifixión no solo ha sido un simbolismo del cristianismo, si no que a través de los años, ha significado la deshonra, la lección y el aviso para el resto de los hombres y mujeres, que deberían tomar aquella cruel muerte, como ejemplo de quien desobedezca los mandatos de un tirano y cruel líder. Pero quienes tomaban esa horrible labor de apagar una vida, terminaban cargando con los llantos y la culpa que más tarde, les quitaría en locura la vida. Ahora entenderemos porque nuestro medico tan servil y gentil Jukai, le ha dado un giro a su vida brindándole extremidades a los que las pierden y ya no respiran… pues en una época, él era quien quitaba eso miembros de los que aún estaban con vida.
EL BUEN BUDA
La vida nos da lecciones y a medida de estas intentamos cambiar nuestras vidas. Eso es lo que ahora el medico Jukai experimenta, pues brinda prótesis corporales a aquel que lo necesite, sin esperar ningún tipo de remuneración a cambio. Tanta es su bondad ahora, que su nombre es propagado como un emisario del mismo Buda, para ayudar a los menos afortunados en tan fría y cruel época. Aun cuando la culpa es algo muy difícil de superar y sobrellevar, el Doctor Jukai ha dedicado su mente y habilidades en reparar el daño que cometió alguna vez. Ahora que lo veo bien, debió ser muy difícil para aquella época sufrir una mutilación e intentar tratarlo, para luego usar una prótesis que no maltratara la herida. Pero aun cuando la intención sea la mejor, el pasado no podrá ser borrado y más si fue algo tan atroz, los rumores vuelan y se esparcen y al final, quien menos deseamos que lo sepan, se terminan enterando y quizás de la peor manera, como el joven Kaname seguidor del médico Jukai.
REDENCIÓN SIN PERDÓN
Las heridas son como las prótesis, aunque intentes curarlas, remplazarlas o mejorarlas, serán siempre un ente extraño que nunca remplazara el real. Pues ese sentimiento lo sufre el joven Kaname ayudante del médico, quien en su niñez tuvo que sufrir la pérdida de su padre a manos de un líder cruel y asesino, que utilizaba a otros como Jukai, para que realizara el trabajo de parca. En medio de la ira y el rencor, Kaname intenta desahogar su ira con un inmenso deseo de asesinar a quien apago la vida de su padre. Pero para él es imposible acabar con alguien que le da sentido a la vida de muchos otros, después de trabajar arduamente en la última promesa de una prótesis para un pequeño niño, Kaname se marcha dejando atrás a Jukai y todo lo que alguna vez recibió de él. De una promesa se entra a otra, en medio de un camino de depresión y culpa, Jukai se topa con lo que sería su mayor trabajado y dedicación, el joven desmembrado bebe Hyakkimaru.
DOS VIDAS MUY DISTINTAS
Un año después de dar en ofrenda a los demonios a su primer hijo, Daigo Kagemitsu recibe como premio de la vida, un segundo hijo llamado Tahomaru que promete ser el heredero de todo lo que Daigo construya y logre adueñarse. Seis años después y como todo un buen padre, Jukai ha criado a Hyakkimaru y le ha brindado todas las prótesis que su cuerpo exigía y que con estas, ese pequeño ha desarrollado habilidades sobre humanas, que le dan el poder que muchos anhelan. Jukai le ofreció un nombre, un hogar, cuidados y motivos para luchar a Hyakkimaru, quien en aumento su apego por su cuidador y viceversa. Aquel pequeño no podría ver ni oír, pero podía percibir la gentil alma de quien cuidaba de él.
LA SEDUCCIÓN DE UN PODER
ARREBATADO A MEDIAS NACER
Los demonios siempre estuvieron acechando a Hyakkimaru y por aquel motivo, Jukai debió armar al pequeño y enseñarle a utilizar las habilidades con las que nació, para que pudiera defenderse de aquellos que anhelaban terminar con él. Al otro lado de esta historia, se halla Tahomaru, quien ha sido criado entre lujos, cuidados y múltiples enseñanzas, para convertirlo en todo un heredero ideal de Daigo, mientras en el corazón de su madre, se hallaba un vacío por la falta de un hijo perdido. El tiempo pasó y Hyakkimaru aprendió a defenderse sin oír ni ver, gracias a la persistencia e Jukai, pues dentro de ese joven sin miembros, existía una implacable habilidad para asesinar sin medidas y sin dudas, ya que al no sentir ningún dolor o temor, sus habilidades no son restringidas. Así, en medio de una lucha por sobrevivir contra los demonios, Hyakkimaru recupero un primer miembro, su pierna derecha en carne y hueso (la piel ya saben que llego después con Dororo).
UNA CLARA MISIÓN
Los Ayakashis o demonios no solo comen seres humanos, a veces se alimentan de los deseos de las personas y si estos están envenenados, el festín será mucho mejor. Pero lo más peligroso, es cuando estos demonios ofrecen sus poderes a cambio de algo por parte de los humanos y ese fue el caso de Hyakkimaru quien perdió sus miembros a causa de un deseo egoísta de su propio padre Daigo. Al ver Jukai que la posibilidad de recuperar todos esos miembros era a través de asesinar a los demonios que los tomaron, le dio unas prótesis nuevas a Hyakkimaru junto con las lecciones que espera este practique correctamente y pueda encontrar a sus padres en ese camino. Un triste y doloroso adiós, para quienes se consideraban padre e hijo.
ESTAR VIVO ES SENTIR
Regresando al presente, donde Hyakkimaru es acompañado por Dororo y el anciano Biwa Hoshi, este último le explica al pequeño pilluelo, que la única manera que tiene Hyakkimaru de recuperar su cuerpo. En medio de la plática y del surgimiento de tantos cuestionamientos, sobre que uso le dieron los demonios a las partes que obtuvieron de aquel bebe y que le espera al padre que los dio como ofrenda por sus deseos. Ahora Hyakkimaru recupero su sentido nervioso y puede sentir valga la redundancia, dolor, frio, calor y demás sentires que nos demuestran que estamos vivos y eso es lo que ahora nuestro joven en piezas está reviviendo. El camino continuo y eso lo sabe bien el Medico Jukai, quien por donde quiera que se dirija, encuentra restos de la terrible guerra. ¿Qué miembro nuevo recuperara Hyakkimaru? Y ¿Cuándo podrá obtener uno de sus 5 sentidos? Espero les haya gustado esta reseña, aquí les dejo el link del capítulo anterior y sin más nos vemos en la próximo historia de Dororo.
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