Durante las recientes negociaciones de un nuevo tratado internacional sobre ciberdelitos en la ONU, los países occidentales, liderados por Estados Unidos y la Unión Europea, han propuesto despenalizar ciertas formas de pornografía infantil. Entre estas excepciones, destaca el material pornográfico que representa a menores ficticios o generados por inteligencia artificial, abarcando temas como el manga y doujinshi.
Los países occidentales argumentan que los menores que comparten imágenes sexualizadas de sí mismos, incluso con adultos, no deberían ser penalizados, defendiendo que tienen un “derecho a desarrollar relaciones sexuales”. Esta postura ha generado controversia, especialmente porque la propuesta también sugiere que material autogenerado en el marco de relaciones consensuales no debe ser considerado delito si se mantiene para uso privado.
Una delegada de Austria explicó la perspectiva occidental con claridad: “Los menores mayores de 14 años tienen derecho a desarrollar relaciones sexuales. Es nuestra convicción que las imágenes producidas en el curso de una relación legal y voluntaria no deberían ser criminalizadas”. Alemania respaldó esta postura afirmando que estas excepciones representan “el mínimo indispensable” para suscribirse al tratado.
Sin embargo, un bloque de 22 países, liderado por Siria, se opone firmemente a estas excepciones, argumentando que desvirtúan el propósito de la convención, que es proteger a los niños. Estos países, entre los que se incluyen Rusia, China, Pakistán y Arabia Saudita, sostienen que la despenalización de la pornografía infantil ficticia y de prácticas como el “sexting” entre menores podría generar una “impunidad para los abusadores sexuales”.
La propuesta occidental ha sido defendida por organizaciones como Human Rights Watch, que considera que sin estas excepciones existe el riesgo de criminalizar expresiones legítimas de arte y literatura que representan a individuos ficticios. Esta postura ha sido criticada por los detractores del tratado, quienes advierten que la despenalización de estas representaciones podría allanar el camino para una mayor explotación de menores.
El futuro del tratado sigue siendo incierto, con los países divididos entre aquellos que buscan mantener los estándares internacionales actuales de protección infantil y aquellos que abogan por una mayor flexibilidad en el tratamiento de materiales ficticios o autogenerados.
Fuente: Center for Family and Human Rights
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