Esta reseña sobre Vanitas no Carte contiene spoilers. Si no has visto el capítulo, te recomendamos hacerlo y después regresar a leer la reseña.
Capítulo 3: “Archiviste. Los colmillos que desnudan la sangre”
Vanitas idea un plan y engaña a Noé para que lo ayude. Distraen a Jeanne y ganan el tiempo suficiente para que Loup-Garou (el vampiro con “malnomen”) despierte y ataque por sorpresa a la bruja del infierno. Esta cae al suelo y Vanitas aprovecha para curar a Thomas Berneux, que huye desorientado. Los sirvientes del conde Orlok son testigos de su sanación y lo persiguen. De pronto, Jeanne se levanta y Vanitas llama a Noé, que retiene al pequeño Luca. El humano de la luna azul la engaña, descubre que su debilidad es el bienestar de su amo y la besa apasionadamente. Tras esto, Luca estalla en llamas y Jeanne huye con él.
Thomas Berneux es hallado muerto. Ha sido asesinado por Charlatan, un ser misterioso detrás de las corrupciones de los nombres de los vampiros. Así lo averiguan a través de las visiones de Noé al beber la sangre de Amelia, pues es capaz de navegar en las memorias del inconsciente. Orlok pospone la sentencia de la vampiresa, pero exige un control constante tanto a ella como al propio Vanitas. En ese instante interrumpe Dominique de Sade, una vampiresa que se define como la prometida de Noé. Amiga de la infancia, se lo lleva a Altus Paris, la ciudad de los vampiros, a una fiesta de máscaras. Vanitas los sigue.
Análisis: Vanitas y Noé. Jeanne y Dominique.
Los capítulos 3 y 4 forman un conjunto perfecto para acercarnos a la personalidad de Vanitas. En la reseña anterior, contrapuse los papeles invertidos de Noé y Vanitas. El vampiro es el ser luminoso, sensible y lleno de energía e inocencia; el humano es el ser oscuro, atormentado e imprevisible. Por supuesto, hay un entrecruzamiento de personalidades y el pasado de ambos es mucho más complejo, pero a grandes rasgos, esa es la carta de presentación de los personajes. De hecho, observemos el diseño y el vestuario de estos: Noé lleva el blanco como color superficial y el negro en la camisa; Vanitas se identifica en el negro y el azul y lleva el blanco como el color interior. Es como si la autora quisiera ligar a los protagonistas en cada pequeño aspecto, contraponerlos y atraerlos como el ying y el yang.
Por otro lado, aparecen tres personajes cuyas sombras en el primer capítulo adelantaban su relevancia: Jeanne, Luca y Dominique de Sade. Los tres llevan en el nombre referencias culturales europeas, especialmente las dos vampiresas. Jeanne tiene clara inspiración en la santa de la guerra francesa, Juana de Arco. El personaje encarna las facetas de asesina y protectora, una “Juana” que tras la guerra no sabe recomponer su vida y es mártir de sus emociones rotas, de su naturaleza bondadosa y la huella homicida del pasado. Luca ejerce de centro vital, de razón de ser y control de la ira; en otras palabras, conecta con el corazón y la razón de Jeanne, la devuelve a sí misma y la aleja de la “Bruja del infierno”.
En cambio, Dominique de Sade ya lleva la cita del famoso Marqués de Sade en el apellido, lo que nos hace intuir una fuerte personalidad, gusto por dominar y guiños a la dualidad lujuria y tortura. Lo vemos en el atuendo militar, su irrupción y la cadena para llevarse a Noé, pues quedan dibujados los rasgos característicos de la vampiresa. También podría decirse que Jeanne y Dominique son modelos femeninos opuestos, pero tienen en común ser mujeres fuertes que no necesitan ser salvadas.
Vanitas, el doctor de los vampiros: antihéroe rebelde
Noé, del que aún nos queda mucho por saber, quedó esbozado en los capítulos 1 y 2. En cambio, estos dos episodios se enfocan en la personalidad de Vanitas. La batalla de Vanitas y Jeanne y el resultado inesperado invierten estereotipos e incomodan al espectador, porque acostumbrado a una línea argumental determinada, no logra desentrañar qué es lo que motiva a Vanitas, qué pasa por su cabeza. Y, evidentemente, todavía queda un largo recorrido para averiguarlo.
Para mí, y por lo que se nos ha mostrado hasta ahora – y en tanto me pongo al día con el manga- estamos ante un antihéroe romántico en su más pura esencia. Es un embaucador, maestro del engaño, histriónico y caprichoso. Observemos en el capítulo 3 los comentarios que hacen desde el tejado Dante, Johann y Richie: adoptan el punto de vista del espectador, lo guían y se identifican con él. Cada acción de Vanitas es criticada y sus reacciones provocan una catarsis, casi como si nosotros hablásemos a través de ellos. En efecto, no es caballeroso ni reflexivo, es impulsivo y loco, se deja llevar por los deseos y la curiosidad sin pensar. El beso a Jeanne está extremadamente bien logrado, porque en el anime se acentúa su perversión, mientras que en el manga no es una escena tan lujuriosa.
Vanitas, el doctor de los vampiros: antihéroe rebelde II
Entonces, llega el episodio 4 y logramos desentrañar una clave fundamental en esas acciones: ¿Qué desea Vanitas? Ni él mismo lo sabe a ciencia cierta, es el juguete roto de un vampiro que lo ha torturado. Si nos desconciertan las acciones de este personaje, tan lejos del héroe ideal, es porque él mismo duda, vacila y actúa en el arrebato del momento, sin medir las consecuencias. En su conversación con Dominique de Sade, cambia de parecer al momento, sin reflexión, sobre si debería revelar o no su existencia a los vampiros. Y en esa confesión trascendental, entendemos que es el doctor de los vampiros como acto de rebeldía (de ahí su romanticismo) al vampiro que lo marcó. Se intuye una oscuridad y un dolor muy profundo que han roto la mente y el corazón de Vanitas.
Por último, en su escena con Jeanne, confiesa claramente que se deja llevar, que siente curiosidad y quiere saciarla. Es la actitud de un maldito, un ser quebrado que busca desesperadamente un arraigo, una sensación pasajera a la que aferrarse. Cabe notar que Vanitas en latín significa “vanidad/ en vano”, es decir, que ya desde el nombre, el protagonista tiene problemas de identidad, necesita fundamentar su existencia.
Capítulo 4:”Bal masqué”
Al otro lado de la barrera, en Altus Paris, Domi, amiga de la infancia de Noé, va con él a un baile de máscaras. A pesar de sus intentos por esconder a Vanitas, este llama la atención de vampiros constantemente y tienen que apartarlo. Noé se despista y este queda solo con Dominique, que lo ata y lo interroga para saber sobre sus verdaderas intenciones. De pronto, Vanitas comprende la incertidumbre de los vampiros sobre él y decide enfocarlo de otra forma distinta: salta a la lámpara del salón de baile y confiesa su naturaleza a todos los presentes.
Lógicamente, los vampiros se asustan y lo atacan. En mitad de esa confusión aparece Verónica de Sade y carga contra el joven humano, pero es salvado justo a tiempo por Jeanne, que se lo lleva a la azotea. Entre tanto, Noé se ha cruzado con Luca, han entablado una conversación y han sido testigos de la escena. Mientras buscan a Jeanne y Vanitas, Charlatan aparece y los asalta. Durante el enfrentamiento se desata el caos, ya que numerosos vampiros son afectados por el “malnomen”. Jeanne se percata de ello, pero está afectada también y posee un deseo angustioso por la sangre. Consciente de ello, Vanitas la provoca para que beba su sangre. La vampiresa se resiste, pero al final no puede más y cede.
Amor, sensualidad y lujuria en Vanitas no Carte
Sí, yo sí veo una conexión especial entre Vanitas y Noé desde el minuto cero. También la hay entre Noé y Dominique, entre Vanitas y Jeanne. Es una ambigüedad deliberada, un escenario abierto donde trabajar encuentros y desencuentros para lograr que los personajes descubran quiénes son y qué desean realmente. Mochizuki podría haber trazado un guion predefinido, pero parece preferir que los personajes lo vayan indagando ellos mismos a medida que avanza la trama. ¿No es mucho más interesante de este modo? Creo que es uno de los grandes aciertos de Vanitas no Carte.
En el cuarto episodio, Noé sujeta la mano de Vanitas y no lo deja caer. Vanitas se muestra encantado y Noé avergonzado. Estos pequeños detalles, el trato entre ellos, que oscila entre la inocencia de Noé y la seducción de Vanitas, son constantes desde el principio. No obstante, el culmen de todas las sospechas se satisface en la reacción de Vanitas cuando Noé bebe sangre de Dominique. En el instante en el que el humano maldito se lanza a Jeanne y la seduce con desesperación, ni él mismo es consciente, pero tiene grabada a fuego la escena entre Dominique y Noé, y siente envidia, curiosidad y celos. Y si caben dudas sobre si lo hace por despecho, nos vamos al manga: Vanitas rememora la escena mientras Jeanne bebe su sangre. ¿Significa eso que no siente realmente deseo por Jeanne? No necesariamente, Vanitas es un personaje totalmente confundido y ha venido a confundirnos, a hacernos dudar con él.
Por otro lado, Vanitas no Carte aflora una sensualidad y una lujuria muy intensas desde el principio. Considero que está mucho más intensificada y lograda en el anime, en el manga es más romántico el tono. En cualquier caso, quiero resaltar que en la literatura vampírica (por ejemplo, en Anne Rice) beber sangre es, en muchas ocasiones, sinónimo de acto sexual. Ello sería totalmente coherente con los celos de Vanitas y su reacción libidinosa. La autora de estas líneas no pudo evitar pensar que el joven doctor de vampiros pareciera intentar recrear a Noé mordiendo a Dominique mientras Jeanne lo mordía. ¿Qué opinan? ¿Piensa Vanitas en Jeanne, en Noé o en ambos?
A modo de conclusión
Vanitas no Carte centra su atención en los capítulos 3 y 4 en la personalidad excéntrica e irracional de Vanitas. Aunque aún nos queda mucho por averiguar sobre él, confirmamos que es un antihéroe romántico, en el sentido de que actúa, no por el bien o el mal, sino como acto de rebeldía al vampiro que lo marcó. También es caprichoso y volátil, y sus preferencias amorosas son ambiguas e impulsivas. Todo esta complejidad logra una trama muy interesante en torno al personaje y sus motivaciones.
También se van destapando los engranajes de la historia y el mundo alternativo en el que se desarrolla. La alquimia juega un papel fundamental en la creación de los vampiros y las realidades paralelas. Es un juego interesante que propone el “malnomen” de los vampiros como la enfermedad del espíritu, atado al nombre verdadero. En semejante ambiente, se introduce a Charlatan y la imagen del circo del horror.
Por último, es importante señalar el mimo estético y psicológico de otros personajes como Jeanne, Dominique y Luca. Noé es el reflejo invertido de Vanitas y esto se expresa en la personalidad y el detalle. Se atraen y son contrarios, invierten los papeles: Noé, el vampiro, es luz; Vanitas, el humano, es oscuridad.
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